Domingo Alberto Rangel M.

Votar o abstenerse: Propongo una soluciòn intermedia y lògica...














Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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A pocos días del acto en el que se elegirán miles de concejales municipales y sopotocientos parroquiales es obvio que habrá una gran abstención y que esta será olvidada al cabo de unas semanas cuando los autoelegidos conductores morales de la sociedad, quienes llegaron a decir que estas son las elecciones “más importantes”,  habrán cambiado de parecer y ya no hablaran de abstención porque estarán dispuestos a “sacrificarse” buscando una improbable curul parlamentaria o la presidencia en el 2006.

 

Amanecerá y veremos.

 

Mientras tanto el próximo domingo elegiremos candidatos y votar o dejar de hacerlo es una discusión secundaria no solo porque los abstencionistas no proponen nada que no se haya visto y hasta uno diría que muchos de sus líderes son responsables de mucho de lo que hoy sucede, sino porque en una elección local en la que no está en juego el cargo del alcalde es difícil que la gente se entusiasme y salga masivamente a votar.

 

Métale el lector a esta ecuación la leña al fuego que añaden los medios de comunicación que prefieren entrevistar un o una vociferante abstencionista y no a los ciudadanos que vienen proponiendo soluciones para sus municipios como un grupo de aspirantes a concejal en Baruta que anuncian bajar el derecho de frente para el caso de salir electos, métale ese dato a la computadora y verán que no es de extrañar un 80 % de abstención que de todas maneras no es alarmante en las actuales circunstancias.

 

Mientras tanto hay una opción de voto que merece el castigo de la abstención porque si en el ordenamiento jurídico hay algo absurdo son las llamadas juntas parroquiales.

 

¿Sabe el lector qué hacen o para qué rayos pueden servir estas juntas?

 

Por más que en esas instancias existan o puedan existir personas bien intencionadas –que hasta en los burdeles las hay- tales instancias del poder público no sirven para nada porque carecen de competencias y las pocas que tienen se superponen a otras más eficaces y menos costosas.

 

En la práctica las juntas parroquiales desde la Cuarta república funcionan como el montepío donde los partidos colocan a sus activistas y pega afiches que no tienen otra colocación para que cobren quince y último.

 

No son instancias legislativas o judiciales gracias a Dios.

Tampoco son entes administradores de recursos porque para eso están la gobernación, la alcaldía y basta.

 

Salvo en el municipio Libertador de Caracas, donde las parroquias tienen tamaño y abolengo y vale la pena que las conviertan en alcaldías autónomas, en el resto del país las juntas parroquiales son entidades ficticias que se crearon para financiar por vía de impuestos las maquinarias electorales de los partidos.

 

¿Sabía usted que las juntas parroquiales trabajan una vez a la semana y en ese día usualmente reciben pocas quejas por parte de los vecinos, quejas que en estricto apego a la división de poderes deben ser atendidas por los jueces de paz o los prefectos cuando no por las direcciones de las alcaldías?

 

En Baruta donde yo vivo no he encontrado una persona que recuerde el nombre de las tres parroquias en las que supuestamente está dividido el municipio para no hablar los límites de cada una de ellas.

 

Por otra parte, en un país en el que los médicos ganan medio millón al mes los miembros de una junta parroquial ganan dos millones y según un estudio de este año ni el 15 % de esos afortunados ciudadanos tienen título universitario pero igual en el país de la politiquería se malgastan unos 300 millones de dólares al año en financiar con dineros del presupuesto a los activistas y pega afiches de los partidos, lo cual es una gran inmoralidad.

 

Como no hay mucha gente que se oponga a este mal ejemplo y como los abstencionistas no quieren razonar y se conforman con repetir mantras como si fuesen programas políticos, desde estás páginas propongo un armisticio no a los líderes autoelegidos del abstencionismo sino a la gente común, a la que han convencido que dejar de votar es un acto heroico.

 

Propongo entonces una solución intermedia que consiste en votar solo por los concejales municipales en caso de que estos presenten alguna propuesta seria y abstenerse de votar por los candidatos a las juntas parroquiales como la primera acción que nos lleve a promover una enmienda constitucional que acabe con estas instancias inútiles e ineficaces.

 

Es una abstención que vale la pena.
















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