Domingo Alberto Rangel M.

Por mucho que graznen... Votar o dejar de hacerlo no es el dilema














Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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En pocos días Venezuela elegirá autoridades locales y regionales y por primera vez desde que comenzó la descentralización, hace quince años, la atención no se centra como era de esperar en las ofertas de cada candidato.

 

Poco se habla en los corrillos callejeros y en la prensa de los equipos humanos que acompañan a los aspirantes a alcalde o gobernador. O de la calidad de las ideas básicas que se proponen desarrollar.

 

Los principales espacios de la radio y la TV dedican la mayor parte del tiempo a darle cobertura a quienes afirman que no se debe votar al tiempo que hacen mofa de los ciudadanos que por una razón u otra se atrevieron a presentar sus candidaturas ante el electorado.

 

De unos afirman que "son tramposos", de los otros que "convalidan la trampa".

 

Si a esto le aunamos la menor falta de interés que generalmente tienen estas elecciones regionales cuando se les compara con una elección en la que esté en juego la silla presidencial, no sería de extrañar que lleguemos al 31 de octubre con una abstención que supere el 60 % del registro.

 

El que los medios, mejor dicho los periodistas y locutoras que en los últimos tiempos se han trastocado en activistas de la política, mantengan una conducta contraria a participar en estas elecciones como la descrita no tiene nada de extraño porque como muchas veces he dicho se trata de personas físicas cuya prosperidad económica está ligada a producir escándalos para aumentar el "rating" de sus programas.

 

Y no hay mayor escándalo que invitar a la gente a quedarse en la casa echándose palos en vez de ir a votar por una u otra de las opciones que compiten para gobernador o alcalde -y los otros cargos legislativos de los que ni siquiera se anuncian en los programas de opinión los nombres de cada aspirante-.

 

A tal respecto es bueno señalar que para los que todavía andan despistados y no entienden de donde vienen estos lodos que han convertido muchos de los programas "de opinión" que se producen en el país, en gacetillas partisanas a las que nada tendría que envidiar en matera de "objetividad" la vieja PRAVDA de la extinta URSS y el aún vivo GRANMA de la Cuba fidelista, que en Venezuela sucesivos gobiernos de corte estatista han terminado por castrar la iniciativa privada de los ciudadanos y muchos de estos comunicadores trastocados en políticos resentidos, sin ideas, programa o partido, en el fondo sueñan con ser diputados, alcaldes o gobernadores si no Presidente de la República como evidentemente es o era el sueño de Alfredo Peña y de José Vicente Rangel.

Los arquetipos de esa aberración de los últimos años que ha convertido el periodismo venezolano en fuente de dudosa credibilidad porque más que comunicadores imparciales parecen propagandistas enloquecidos por tomar el poder, única vía que el estatismo le deja a la ciudadanía a los fines de "darle una patada a la pobreza" en los países donde la clientela política puede convertir "pelados" en multimillardarios o arruinar a gente decente, como muy cínicamente me señaló uno de esos comunicadores una vez que me invitó a su programa de radio, advirtiendo que no podía extender esa invitación a la TV porque yo atacaba muy fuerte al estatismo del gobierno y de la oposición.

 

El cretino deseaba que uno se uniera al carro de felicitadores de un estatista fracasado como gobernante local y que ahora renunció cuando casi se infarta al ver una encuesta que no le daba el menor chance.

 

Pero hay otra faceta del problema que los liberales debemos tomar en serio como es la falta de debate por parte de los distintos candidatos que es la verdadera plaga que signa estas elecciones.

 

Esa miseria intelectual y humana no la podemos achacar a la acción de los medios radioeléctricos, ni siquiera a los y las periodistas y locutoras más talibanizadas que a diario convierten sus espacios en gacetillas de determinado partido y cuyos exponentes más emblemáticos son Diógenes en VTV y la señora Colomina en Televen.

 

LA CULPA NO ES DEL GARROTE

 

La culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote dice la sabiduría popular.

 

¡De acuerdo, pero tampoco la culpa es de la gente como se podría desprender si uno interpreta el dicho entendiendo que son los ciudadanos quienes eligen y aceptan elegir gobernadores y alcaldes que no ofrecen nada distinto a tomar el poder para usufructo de ellos y sus amigotes!

 

No, la culpa no puede ser solo de la gente común y silvestre.

Si Venezuela está por elegir autoridades regionales y locales sin ninguna clase de debate que aclare lo que se proponen los aspirantes a ser electos, parte de la responsabilidad también recae en quienes hemos debido denunciar esta anomalía a tiempo, incluso en el entendido de que anunciar que "el rey está desnudo" trae consecuencias como las que personalmente sufre RESISTENCIA CIVIL y sus dirigentes, a quienes no nos invitan a debatir nuestras ideas en los principales programas de opinión o esos espacios de pluralismo en que han convertido algunas asambleas de ciudadanos porque sus equivocados y arrogantes conductores y organizadores no soportan un invitado que los contradiga en sus equivocadas predicciones; aunque uno haga esfuerzos por guardar los buenos modales y el respeto.

 

Por no temer a las consecuencias y por estar seguros de lo que decimos preferimos decir lo que creemos a callar y hacernos los locos.

 

Y en consecuencia actuamos donde y cuando se nos invite a dialogar sea en Venezolana de Televisión o donde sea, para contestar las inquietudes de quienes preguntan porqué los directivos de RESISTENCIA CIVIL asistimos a los programas de VTV.

¡Lo hacemos porque nos invitan, ni más ni menos!

 

"LA OPOSICIÓN" NO EXISTE

 

Hasta aquí todo explicado salvo una cuestión: ¿Votar o abstenerse?

A tal respecto hemos dicho que es una estupidez pretender que los venezolanos deban elegir entre dos males y que escojamos al "mal menor" como si fuese una gracia ponerse a escoger entre sufrir el cáncer o el SIDA como pretenden quienes defienden la participación electoral a ultranza o quienes se declaran hinchas del abstencionismo a sabiendas de que esto dejará el campo abierto para que el oficialismo gane limpiamente.

 

En la Venezuela actual unos piden el voto sin otro aval que sus propias palabras cuando afirman "estar en sintonía con el pensamiento y las obras de Hugo Chávez Frías"; mientras que los otros piden apoyo "porque siempre se opusieron al actual Presidente de la República" como si así se van a resolver los problemas generados por la inseguridad, la falta de infraestructura y otros.

¿Es  eso serio?

¡Desde luego que no y menos lo es cuando uno cae en cuenta, revisando las hojas de vida -o mejor prontuarios- de algunos candidatos que parecen clones del ciudadano Carrera Almoina!

 

El problema estriba en que quieren poner al ciudadano decente entre la espada y la pared, víctima de dos chantajes.

 

Por una parte manipulan la verdad los revolucionarios cuando afirman que quien no los apoya en su proyecto político de hegemonía empobrecedora es agente de la CIA o traidor a Venezuela.

 

Por otra quienes mienten al decir que quien no los apoye ya sea en sus aspiraciones electorales o en sus sueños golpistas es una especie de criptochavista o vendido a los dineros del gobierno.

 

¡Ni lo uno ni lo otro carajo!

 

Unos y otros no pasan de burdos manipuladores que por ahora han tenido cierto éxito porque los que no estamos de acuerdo no hemos sido capaces de trasmitir un mensaje antiestatista y liberal bien claro.

 

El dilema no está en votar o dejar de hacerlo. El dilema parte del para qué se hacen las cosas.

 

Para los liberales el voto es asunto personal aun cuando la decisión de materializarlo provenga de un cálculo político.

Votar es un derecho que uno ejerce si así lo cree conveniente.

Si a uno no le parece que haya mucha diferencia entre las acciones de un candidato a alcalde propuesto por alguno de los partidos que alimentaron la Coordinadora y el que proponga otro de esos partidos o el propio MVR, y si esas acciones no le parecen a usted nada digno de apoyo... entonces no se debe votar.

 

Pero si a uno le parece que entre los aspirantes hay alguno más honesto y capaz que el resto de los candidatos inscritos para ser electos el 31 de octubre a determinado cargo... entonces hay que votar por ese candidato, y solo por ese, porque el que un amante de la libertad considere que uno de los candidatos, digamos que a alcalde, por poner un ejemplo, puede  concretar programas y acciones que bien pueden ser apoyadas por los liberales como pueden ser la implantación de la Justicia de Paz en el municipio o la eliminación de permisería para quien quiera trabajar y producir en el mismo ámbito, no significa que se tenga que votar por otros postulados para otros cargos por las mismas fuerzas políticas que postulan al primero.

 

RECHAZAMOS LOS "COMBOS" ELECTORALES

 

No se trata de "combos".

 

Y nunca se debe elegir candidatos a gobernador,  alcalde metropolitano o diputado regional que no convenzan solo porque esos candidatos se han declarado "de oposición".

 

Finalizo aclarando que en Venezuela no existe nada que se pueda llamar "la oposición".

 

Gente a la que le disgusta un gobierno estatista, clientelar y rapaz como el de Hugo Chávez, la hay, obviamente.

 

Pero no nos metan los manipuladores de la realidad en el mismo saco porque no perseguimos sus fines perversos.

 

Para los liberales igual de catastrófico sería un gobierno de partidos estatistas como los de la Cuarta República, como perverso es el gobierno que lideriza Hugo Chávez al que hoy día nos oponemos.

 

Ninguno de estos gobiernos resolverá los verdaderos problemas del país y nosotros no estamos luchando buscando poder para acomodarnos como si fuésemos una banda de mafiosos sino para hacer historia.

 

Que esto quede asentado por escrito porque para quien esta claro en cuanto a la dirección de las luchas no importan tanto las trampas y los abusos de poder de un gobierno mañoso y menos aún el dilema de votar o abstenerse como el legarle a los hijos un país mejor y decente.

 

Nuestro problema es convencer a las mayorías de lo que consideramos justo y mejor porque cuando las mayorías se muevan no quedará ningún manipulador en pie y Venezuela podrá entonces prosperar en Paz.
















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