Domingo Alberto Rangel M.
Hay que ser optimistas: Tenemos revocatorio, a pesar de todo.
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Ahora
viene lo más difícil. No será la segunda edición de "La Batalla de Santa Inés" como quisiera el Presidente porque
defender la patria contra unos "oligarcas" avaros, guiados por George W. Busch y la CIA es el único escenario que le sería
propicio. Por
fortuna se trata de otra cosa. Por
ejemplo, de cambiar el rumbo del país en que vivimos. De
cambiar para mejor a Venezuela, un país que lleva décadas estancado, aunque antes no nos dábamos cuenta de ese detalle
porque la sociedad guardaba reservas como acumulan "grasa" los gordos, quienes debido
a esa característica pueden aguantar más tiempo sin comer aunque el tiempo también se acaba. Pero,
merced de esa "grasa" acumulada por los venezolanos que trabajaron duro en las petroleras
en tiempos pasados, fue que tuvo pie la tontería de creernos ricos y vivir cómodamente de las rentas mientras otros pueblos
tenían que ingeniárselas para sobrevivir. ¡eso siempre debemos tenerlo presente para no volver a las mismas andadas. Ahora bien, la Batalla que viene, la del Revocatorio Presidencial, no puede ser entre un
Zamora que por dignificar a los pobres terminó haciendo el país aún más pobre de lo que ya era, contra las fuerzas del resentimiento
más reciente. Fuerzas
que buscan en la revancha los privilegios perdidos. Si
así fuese nadie ganaría, salvo los corruptos, y de ganar se trata. El
Revocatorio Presidencial tiene sentido como arranque para otra Venezuela. La que se debe construir a todo nivel, comenzando desde los municipios que en la actualidad
obstaculizan -todos, tanto los que están en poder de la revolución como los que tienen un alcalde escuálido- la producción
de riqueza, demorando por meses una patente de trabajo que en Colombia, México, Chile o Trinidad se otorga casi al instante. La
patria que se debe construir, a pulso y después del Revocatorio, se levantará con impuestos pagados por una ciudadanía libre
que podría ganar buen dinero y ahorrar parte del mismo a condición que los gobiernos atraigan inversiones en vez de alejarlas y dejen de falsificar la moneda -o devaluarla que es lo mismo- para mantener empleada
bajo sueldos de miseria una inmensa clientela política por lo general ineficiente. En
ese país habrá espacio para la diversidad y eso lo debe entender el Presidente y la oposición. Espacio para todos solo con una condición: Chirulí con chirulí y arrendajo con arrendajo. CADA LORO EN SU ESTACA: Que cada loro se encarame en su estaca y la revolución ocupe el espacio del socialismo estatista
y democrático que le corresponde, mientras que la oposición se dedica a darle
basamento a la creación de riqueza que caracteriza al capitalismo libre y democrático. Predicamento
último que al menos vale para quienes desde ese espacio de la oposición aspiren a cumplir con los anhelos de la masa de venezolanos
que culpan al gobierno por su empobrecimiento y por la falta de trabajo -a este y a los anteriores porque muchos de los actuales
opositores votaron por Chávez-. Esa
oposición, entre la que se cuenta este humilde escribano, está obligada al menos a dos cosas después de derrotar tanto al
gobierno que obstaculizó a más no poder la recolección de firmas, como a los aventureros que llegaron a importar facinerosos
reclutados entre el hampa y la miseria colombiana para apoyar sus proyectos golpistas: La primera a presentar, con
o sin candidato único para el post revocatorio, un plan que comience la necesaria "remada para atrás" que saque a Venezuela
de la lista de países en los que no vale la pena invertir los churupos porque aquí cuando no irrespetan la propiedad igual
entraban las acciones dirigidas a crear riqueza no del petróleo sino de lo que se tenga a mano y si no creamos riqueza cada
vez estaremos más pobres. RECONCILIAR: La otra condición es lo que han llamado "la reconciliación". Venezuela no puede seguir siendo
una inmensa gallera y esto solo lo puede evitar un pacto que contemple la limpieza del Revocatorio y mantener a raya el discreto
encanto del fascismo. De ganarse el Revocatorio, cosa que es factible, la oposición tiene la tarea de construir las bases
para que opere en Venezuela un verdadero capitalismo popular, para que los compatriotas puedan prosperar en base al trabajo
de cada uno, lo cual es distinto a la truhanería disfrazada de libertad que campeó
en la Cuarta y la Quinta. Pero, la revolución también tendría sus obligaciones. La
primera respetar a la oposición democrática en el caso poco probable de que el Presidente no sea revocado. La
segunda aislar a sus violentos en caso de que el revocatorio prospere. ¡Eso
es democracia y eso sería el comienzo de una reconciliación en la que el país pueda contar con un gobierno de un signo y una
oposición de otro, cosa distinta al menjurje que acabó con la Cuarta cuando los unos, los otros y los otros "otros"
eran la misma cosa! Socios
repartiéndose una república como si se tratar de un botín |
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