Domingo Alberto Rangel M.
¡Falta por definir el camino! Mucho circo y pocas nueces...













Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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Una de dos: ¡O resolvemos los problemas que acogotan al país o decretamos carnaval los 365 días del año esperando que las cosas se resuelvan por si solas!

Este es el principal dilema del país y para resolverlo se necesita otro tipo de gobierno pero también una mejor oposición.

No creo que deba insistir en recordar que Venezuela viene sufriendo los excesos del estatismo desde la misma muerte de Juan Vicente Gómez setenta años atrás y que de esos excesos proviene el retardo de una sociedad que es cierto tuvo décadas de progreso, pero también es verdad que a la larga no produce tanto como podría puesto que venimos eligiendo gobiernos que en vez de favorecer las iniciativas individuales lo que hacen es inventar trabas porque supuestamente sin esas trabas "no se puede gobernar".

El estatismo empobrece al individuo y las familias mientras potencia al Estado todopoderoso.

Y estatistas eran los viejos partidos y estatista es el MVR de Hugo Chávez frías.

No pienso seguir con esa cantinela.

El punto a desarrollar es el de una mejor oposición y comienzo analizando lo que veo: No puede ser y por ello hablo de "carnaval", que vivamos de escándalo en escándalo sin que la sociedad venezolana pueda sacar algo provechoso de las controversias que a diario se suceden como parte de la agenda de discusión pública.

"No puede ser" salvo que llevemos en ADN el alma de los payasos.

Y la diferencia que hay entre ese "no puede ser" y la realidad a mi juicio pasa por resolver algo que falta: Y es que entre los aspirantes a dirigir la oposición no se ha hecho un deslinde con quienes representan corrientes de pensamiento -y de acción- similares al estatismo de los oficialistas que siguen al Presidente.

Por eso nunca se definen las cosas más allá de la "denuncia" en los medios.

Por eso vivimos de escándalo en escándalo y uno tapa a otro son que se pueda avanzar porque hasta los desastres se pueden convertir en "oportunidades".

 

DEL TSJ A PEDREÁñEZ

 

Ayer era la Ley del TSJ, hoy es la trágica muerte del soldado Pedreáñez y mañana será el descubrimiento de marcianos en Chejendé el motivo para poner en zozobra a medio país.

¿Quién se acuerda del referendo abrogatorio que días atrás proponían en  la TV los abogados constitucionalistas, especie que por cierto prolifera demasiado en estos tiempos de mengua como diría el doctor Petit?

¡Nadie, porque ahora estos abogados hablan de lanzallamas y ponen cara de tragedia por una muerte que en verdad no creo les importe tanto salvo como motivo para continuar la controversia ad infinitum, pero, entre gestos y gorgoritos estos abogados y periodistas metidos a políticos olvidan  proponer algo que parezca una solución en beneficio de los soldados que aún están vivos, como reformar la Ley Orgánica de la FAN o llevar al TSJ el famoso Reglamento de Castigos que data de la época de Pérez Jiménez para evitar que la tragedia de  Fuerte Mara se repita!

Pero, antes que aparezca en el horizonte otro escándalo que tape al anterior, antes que el primitivismo noticioso ataque de nuevo

¿alguien podría sugerir una treguita en positivo?

 

REFORMA PARA LOS RICOS:

 

La Ley TSJ fue aprobada como sabemos.

Entre medianoche y gallos con la finalidad de poner bajo control político la bodega del magistrado Rincón.

Eso se sabe aunque no lo digan.

Pero, más allá del circo hay un problema que viene "de atrás" y es el de la falta de justicia.

Hoy funciona en Venezuela casi la misma cantidad de jueces que en 1946 cuando actuaban 1190 magistrados en un país de menos población, en el que la gente era más respetuosa y las cárceles tenían espacio de sobra porque el Estado cumplía con sus fines naturales y no se metía en áreas donde la sociedad es más eficiente.

Ignoro que piensan quienes "cortan el bacalao" en la oposición, pero, creo que llegó la hora de dedicar más tiempo a la política y dejar los ejercicios cirquences para otra gente.

Hay que devolverle el guante al oficialismo y desmontar la patraña partiendo de los argumentos que la bancada oficial cuando introdujeron la controversial reforma del TSJ.

Recordemos, salvo que el circo nos embote la memoria, que los diputados oficialistas  quisieron pasar de altruistas cuando proponen reformar la Ley del TSJ.

Entonces callaron los verdaderos motivos para reformar la ley como la "tumbada" que les dio Miquilena cuando el Primer Coplero de la República lo puso a recomponer al Poder Judicial junto con Manuel "litrico" Quijada y el de Corleone repartió los magistrados "uno para ti, otro para mi y el repele para Salas Romer y los adecos".

Los resultados fueron desastrosos no solo para "el proceso" que sería lo de menos sino para el país porque muchos errores se habrían evitado si el TSJ hubiese actuado como TSJ y no como bodega al negar lo que era y es evidente: Que Pedro Carmona no es un prócer sino un Pitufo que pretendió apropiarse indebidamente de Venezuela y del esfuerzo y sangre de los ciudadanos de a pie merced de la renuncia que anunció el trisoleado Lucas.

Pero, volviendo al TSJ, como no es nada elegante aceptar que "mi segundo padre me tumbó", porque así llamaba el Presidente a Miquilena cuando este dirigía la orquesta de la Asamblea Constituyente, como eso sería reconocer que hasta en eligiendo compinches se equivoca Chávez, a los diputados oficialistas no les quedó otro remedio que desencamar una vieja petición de los grandes bufetes que a la fecha  carecían de "magistrado propio" y decir que en el TSJ "había mucho trabajo y pocos Magistrados" para  matar dos pájaros con el mismo guaimaro.

Porque al aumentar los Magistrados habrá espacio para el control  político y también para los bufetes, solo que ya no serán Don Miqui y el borrachín de Quijada quienes parten y reparten.

Será cuestión de tiempo para ver los resultados.

Mientras tanto salvo mi voto porque el problema judicial no se resuelve aumentando el TSJ sino dotando a ese Poder de presupuesto suficiente para que atienda las necesidades que son muchas cuando hay pocos jueces; y necesariamente habrá pocos jueces en un país en el que el Estado quiere ocuparse de todos los avatares que le ocurran o puedan ocurrir al venezolano desde la cuna hasta el cementerio.

La reforma chavista paradójicamente aumenta el número de Magistrados en un tribunal como es el TSJ donde los ricos y poderosos dirimen sus querellas.

Bien, pero ¿y como queda el ciudadano común.

¡Huérfano, como de costumbre!

 

¿QUÉ HACER?:

 

Si en la oposición no hubiese tantos pareceres, algunos contrapuestos, otros muy similares a los del oficialismo, sería más fácil adelantar políticas opositoras, distintas y alternativas a las del oficialismo en medio de la lucha por el revocatorio y sin que las regionales tengan que verse como un obstáculo porque  más bien son una oportunidad.

Si el oficialismo resolvió el problema de los bufetes transnacionales ¿porqué en la oposición no podemos proponer soluciones para la gente común que es la que litiga en tribunales donde el juez batalla con miles de expedientes, con la falta de recursos etc.

Y no se trata de "estatismo" opositor porque como vengo advirtiendo el Estado tiene fines propios y uno de ellos, quizás el principal, es precisamente administra justicia; razón por la cual un Estado liberal-libertario debe procurar los medios para que existan suficientes jueces no solo en el TSJ donde litigan los ricos sino en los tribunales ordinarios y hasta el los centros de Justicia de Paz que es donde van a resolver sus querellas  los ciudadanos comunes.

¿De donde  saldrán los recursos para tanto tribunal preguntará el incrédulo?

De dónde va a ser, de los impuestos que pagamos, incluyendo a PDVSA que según dicen es nuestra?

Bien, pero como para aumentar los tribunales no pretenderán subir los impuestos entonces comencemos en la oposición a exigir que el gobierno corte gastos en las áreas que no son sus funciones "propias" y donde su accionar es y será ineficiente.

Una de ellas es obvia: ¡Las ayudas en divisas que este gobierno le regala a sus aliados políticos en el extranjero.
















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