Domingo Alberto Rangel M.
Los carros de Guillermo |
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Por muchas razones incluyendo las personales confieso que escribo a disgusto estas
líneas, y de igual manera dejo constancia que lo hago por una razón de integridad. Me refiero a tratar en un artículo de prensa la manera laxa o politiquera como las
partes enfrentadas en la polarización afrontan un hecho grave como es el episodio en el cual los organismos competentes incautaron
veintitrés vehículos nuevos en una lujosa casa propiedad de Guillermo Zuloaga, el conocido presidente de Globovisión. Como no quiero caer en la trampa tendida por los leguleyos de uno y otro bando que
pretenden empantanar la discusión generada por el hecho hasta que las partes abandonen por cansancio, no intento probar nada
en este artículo de opinión porque no es necesario: Los indicios indican que a todas luces Zuloaga hizo unas ventas extrañas
con unos vehículos pertenecientes a compañías de su propiedad que solo se entienden bajo la premisa de que el conocido empresario
estaba “engordando” los carros incautados para venderlos posteriormente con exorbitantes sobre precios que obviamente
pagarían los consumidores ignorantes del engaño que significa esconder unos vehículos para exasperar al comprador hasta el
punto de obligarlo a entregar el doble del dinero inicialmente pactado. El punto que me obliga a escribir sobre un tema que repito no habría querido tocar,
es lo desesperante que es ver como ante un caso en el que se impone el juicio moral de una sociedad, los factores enfrentados
en la política de la polarización pretendan por una parte asordinar el hecho como si nunca hubiera ocurrido o como si fuese
una tontería, mientras que otros que muchas veces tienen inmensos rabos de paja quieren hacer de una falta grave el peor de
los delitos que desafortunadamente no lo es. Me explico. Ya he dicho que para cualquier observador independiente, y yo soy uno, los indicios
contra Zuloaga y sus socios comerciales son muy fuertes. He señalado y parece que los opinadores olvidan este detalle, que
no es delito sino falta y grave el “engordar” vehículos para venderlos con sobre precios fuera de lo pactado con
la fábrica, en este caso con la Toyota. Busque el observador en todo el Código Penal para ver hasta dónde tengo razón. De manera que estamos ante un hecho que si bien no es delito, el gobierno nacional
lo quiere criminalizar para atacar no al individuo sino a la televisora que Guillermo Zuloaga preside: Globovisión que es
el medio radioeléctrico que con más furia y menos equilibrio ataca a un gobierno que evidentemente da motivos para ser atacado
pero no por estos hechos. Entonces estamos ante una falta grave sobre la base de que quién la cometió no es
un ciudadano cualquiera sino más bien un “Notable” de nuestra sociedad y por ello está más obligado que nadie
a no caer en tentación. El Presidente de Globovisión, canal que tiene que rectificar su conducta editorial
y mucho pero que no tiene vela en este entierro, es una persona que no tiene ningún motivo para estar resentido. Zuloaga pertenece
por nacimiento a una de las familias más destacadas, desde el siglo XIX, en lo económico, social y cultural. Tiene suficiente dinero para vivir diez vidas sin tener que caer en la bajeza de
escamotear vehículos para extraerle a los incautos compradores hasta el doble de lo que deberían pagar para recibir su carro
a tiempo según lo pautado por las compañías de Guillermo Zuloaga con la Toyota. Sin embargo una vida de logros no se puede cancelar por un hecho por más relevante
que este sea. El liberalismo libertario que predicamos en RESISTENCIA CIVIL tiene raíces cristianas y la doctrina de Jesús
se basa en el perdón de los pecados; una vez que el pecador declare su propósito de enmienda. Y eso es lo que propongo en este artículo que repito quizás no debería haber pasado
por mi computadora. Propongo entonces y en primer lugar rechazar que el gobierno pretenda criminalizar
lo que según las normas es una falta grave y no delito. En segundo lugar que Zuloaga tampoco puede pretender pasar ileso ante
la falta grave que cometió y por tanto está obligado a pedirle excusas al país y como prueba de su arrepentimiento, a renunciar
de inmediato a la Presidencia de Globovisión. En tercer lugar que como parte de su arrepentimiento Guillermo Zuloaga se debería
inscribir como alumno en los cursos sobre “Responsabilidad social empresarial” y “Etica para emprendedores”
que dicta regularmente el profesor Emeterio Gómez. No es mucho pedir para un individuo que ha sido útil a lo largo de su vida, pero
que ahora ha caído y debe tener la posibilidad de levantarse. Lo que ignoro si será “mucho pedir” es que las minorías polarizadas,
estupidamente polarizadas por la guerra mediática entre el gobierno y cierta oposición mercantilista, entiendan que no se
trata de algo baladí. Que se tata de un caso similar al que vivieron los Estados Unidos de América cuando
un Presidente, Nixon, cometió una falta grave y la sociedad gringa entendió que debía ser sancionado a pesar de que penalmente
nunca se probó que el Presidente hubiera ordenado a sus colaboradores irrumpir ilegalmente en el edificio Watergate, sede
del partido de oposición, para espiar. En Venezuela estamos ante un caso similar porque a todas luces Guillermo Zuloaga
puede llegar a ser una especie de “Eminencia Gris” o “Poder tras el trono” en un futuro gobierno y
las fuerzas morales, si acaso es que la sociedad venezolana las tiene, están obligadas a pedir justicia en vez de asordinar
o usar al Poder Judicial como arma política. Es eso (doalra@yahoo.com). |
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