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![]() Domingo Alberto Rangel M.
No necesitamos un Evo, tampoco un experto en bailoterapia
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Fausto intitula su trabajo con
una interrogante: ¿Necesitará la oposición un Evo Morales, o un especialista de bailoterapia? Luego el analista mete una cuña
en la herida cuando afirma que "a la oposición le falta su Lina Ron, o mejor su Luís Beltrán Prieto para que le hable
con propiedad y convicción al 80 % de los venezolanos pobres". Cualquier cristiano que no conozca
a Masó podría equivocarse y después de leer el artículo comenzar a creer, como podrían hacer muchos talibanes de la internet,
que Fausto "se pasó al enemigo". Conociendo al amigo Masó
puedo afirmar que tal salto de talanquera es imposible. Ojo
al parche... En todo caso a lo que dice Fausto
hay que prestarle atención aún cuando sus recomendaciones a veces estén equivocadas. De acuerdo a lo que afirma
el artículo citado, la opinión pública en la actualidad péndula entre distintos sueños irrealizables
por causa de la intoxicación de tonterías que el mismo Fausto Masó señala cuando insinúa
que "desde los noticieros y las declaraciones que dan algunos exponentes de la oposición se trasmiten mensajes inconvenientes";
mensajes que asustan a las gentes, que le atribuyen al oficialismo característica de invulnerabilidad y, peor
aún, como da a entender el articulista de El Nacional, que no llevan ningún aliento positivo para los pobres quienes
por eso tienen razones cuando dudan ante un gobierno cuyas ideas aumentan la miseria y una oposición que vive contando pollos
antes de nacer. Se busca
un político que tenga ideas contra la corriente empobrecedora y que esté decidido a llevarlas a la
práctica Sin embargo, que en la oposición necesitemos un Evo Morales o un especialista en bailoterapia para que resuelva
los problemas del país me parece una inmensa pendejada. Comencemos diciendo entonces que
por fortuna la
oposición no tiene lo que pide Fausto Masó. De haberlo tenido el primero que
lo sabría es precisamente Fausto quien junto con Roberto Giusti lleva años entrevistando lo más granado del status quo opositor. Pero, igual se equivoca Fausto
al recomendar: Para comenzar el equivalente venezolano a Evo Morales es el Presidente de la República. ¡No nos engañemos! No hay mucha diferencia entre uno y otro demagogo y el que Evo sea ahora más popular en Bolivia que Hugo en Venezuela, se
debe a que Chávez lleva 5 años gobernando mientras que Morales -o Felipe Quispe- "por ahora" no pasan de ser una ilusión en el país el Altiplano andino. La
demagogia no remedia los problemas que origina el estatismo y
la exclusión; eso se ha visto en Venezuela muchas veces y el único exponente para
probarlo no es Hugo Chávez. ¡Eso
vale tanto para el gobierno como para cierta oposición que sigue pensando en el pasado! Por lo pronto podemos vaticinar que la demagogia tampoco funcionará en Bolivia y que
ningún ser humano con las ideas que tiene Evo Morales podrá levar a ese país por senderos de progreso y paz; aún
cuando parece ser que nada evitará que ese país termine en manos de Evo o Felipe o cualquier líder que invoque las banderas
del Incario que son las que valen para el 90 % de la población en ese país andino de profundas injusticias. Los especialistas en bailoterapia igualmente serán inútiles en Venezuela porque con hambre y sin empleo son
pocos los que se conformarán bailando frente a una tarima; y menos aún podrían solucionar nada estos "expertos"
si vienen contaminados con las mañas que acabaron con la cuarta república. Por otra parte Fausto
en su artículo afirma que la oposición necesita un Luis Beltrán Prieto o una Lina Ron. ¡De acuerdo si quiere
decir con esto que necesitamos dirigentes comprometidos con ideas y no busca cargos, comprometidos con sus propios intereses
o con los del caudillo que les da de comer! ¡Dirigentes dispuestos a dar la
vida por sus ideas! Pero, ¿qué tipo de ideas? en ese sentido no dice nada
el amigo Masó quien por lo visto no ha escuchado nada interesante por parte de sus invitados mañaneros en estos años. ¡Lástima carajo! Porque ideas para enderezar
en paz a Venezuela las hay aunque no sean exactamente las que en su tiempo levantó Luis Beltrán Prieto o las que ahora defiende
con un extraño coraje Lina Ron. Venezuela
amerita un cambio... Lo hemos dicho y lo repetiremos
hasta la saciedad: ¡Hay que "remar para atrás!" Retroceder desmontando
el aparato institucional que le impide a los venezolanos emprendedores hacerse ricos por su propio trabajo, sin tener que
adular a nadie, creando empleo para los que tienen metas más simples, pagando impuestos para que funcione el Estado. Eso requiere un cambio. Un cambio que
le quite el poder a los zánganos que viven de hablar pendejadas, que "controlan
el poder", que impiden la creación de riquezas, que administran "peajes" institucionales y que se las dan de "políticos". Un cambio para arrancarle
el poder a los politiqueros y entregarlo a los venezolanos que estén dispuestos a trabajar
para mejorar su situación personal y la de sus familias. Un cambio para hacer eficiente
al Estado venezolano, porque el mamotreto actual no lo es, como tampoco lo ha sido nuestro Estado desde hace mucho tiempo. Un cambio para fortalecer
al Estado en las áreas que le son propias y sacarlo de las áreas que ha invadido para perjuicio de la sociedad y beneficio
de los "enchufados". Un cambio para derribar
todas las barreras que impiden la creación de riqueza, para capitalizar a la gente devolviéndoles "lo que es suyo" como PDVSA. Un cambio que nada tiene en común con las políticas de Hugo Chávez excepto en materia de derechos humanos;
pero que menos aún tendrá que ver con las políticas que durante la cuarta república le hicieron perder a este pueblo la mejor
oportunidad de desarrollo que pueblo alguno tuvo en esta América mestiza. Así es la cosa. |
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