Domingo Alberto Rangel M.

La SIP, los gobiernos y la Libertad de Expresión














Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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Por estos días la SIP se reúne en Caracas y se espera que los participantes de ese foro señalen al gobierno venezolano como enemigo de la libertad de expresión.
El presidente Chávez conocedor de esta certeza porque no se trata de una posibilidad, organizó en paralelo su propia reunión de periodistas, incluyendo a especialistas venidos del extranjero con gastos sufragados por el Ministerio que dirige el periodista Izarra.

Invitados de los que se puede apostar, sin riesgo de perder la parada, que en Caracas procederán a acusar a los grandes medios de comunicación de llevar a cabo acciones de terrorismo mediático contra el gobierno venezolano al que buscan derrocar.

Vistas así las cosas y merced de la irracionalidad que propicia la polarización irracional que vivimos en Venezuela, luce imposible que se aproveche la reunión de la SIP para actualizar el debate sobre un tema tan importante como es la libertad de expresión.

Vistas así las cosas el resultado de este contrapunteo entre el gobierno y la SIP será que habrá gente dividida y disociada –esto no es novedad- que repetirán como loros los unos que en Venezuela no hay ningún tipo de libertad de expresión y que en esa materia estamos a niveles africanos a pesar de que en nuestros medios se ven algunos pésimos ejemplos de lo que es el periodismo, al punto que si fuesen mayoría estos malos ejemplos sería lícito decir que en el país lo que sufrimos es libertinaje de expresión.

Y digo “los unos” porque desde el otro lado del espejo –el de los oficialistas hipnotizados por la propaganda de la polarización- habrá quienes repitan otro tipo de mentiras como que el Presidente perdió el referendo de diciembre pasado porque los medios engañaron a los electores que hipnotizados creyeron que en vez de vivir los venezolanos en el país de Jauja… vivimos en un infierno que deja chiquita la cotidianidad que se vive en el Irak ocupado o en la Franja de Gaza.

Ni tan calvo ni con dos pelucas diría quien como libertario no tiene vela en ninguno de los dos entierros, pero si muchas cosas por decir.

“Cosas” que no me dejarán decir que ni en la reunión de la SIP ni en la del oficialismo porque los lavados cerebrales impìden la libre discusión de las ideas.

Pero “cosas” que en aras de elevar el tono del debate creo que se deben ventilar aprovechando la ocasión.

A ese respecto digo que tanto al gobierno como a la SIP se le deben hacer varios reclamos porque en el fondo lo que dicen ambos contendores es mentira.

Por ejemplo: A este y anteriores gobiernos el libertarismo les reclama con razón que por decenios hayan restringido con puño de hierro la oferta en las telecomunicaciones. Restricción que fomentó la formación de monopolios radiotelevisivos que muchas veces determinaron quien podía ganar o perder una elección.

A ese respecto recuerdo que en esa materia los venezolanos que hoy día transitamos por estas calles, hemos crecido en una sociedad en la que los gobiernos, asociados con los grandes empresarios de las telecomunicaciones, nos obligaron a ver televisión a través de dos o cuatro operadoras cuando en Lima, Perú, por poner un ejemplo cercano, los ciudadanos ya en los años ochenta podían escoger entre más de veinte televisoras públicas y hasta los grupos más pequeños de la política pueden en ese país alquilar espacios en esta o aquella empresa televisiva, parea expresar libremente sus ideas sin tener que pagar el peaje mediático que es obligatorio cuando existen monopolios.

A la SIP, aparte de reclamarle que sus directivos por razones mezquinas no apoyan la libertad del “eter”, se le critica también desde nuestra óptica libertaria, que su política sea la misma del estatismo cuando imponen la colegiación obligatoria de periodistas que limita el derecho al trabajo y también el de la libre expresión.

Sobre eso sin ningún temor a los chantajes ideológicos debemos los liberales recordar el ejemplo de los Estados Unidos de América donde cualquier ciudadano puede trabajar de periodista… siempre que sepa llevar a cabo las labores propias del oficio.

A la SIP se le critica que no actúe como foro moral y que sea incapaz de penalizar los afiliados que se han convertido en partidos políticos y en vez de comunicar asesinan la verdad.

Pero, por otra parte y aprovechando la coyuntura al gobierno venezolano se le reclama que como era de pronosticar, usa los medios que están bajo su control –o la propaganda oficial- para fines políticos con las excepciones de rigor que a pesar de “La Hojilla” –cuyo formato es igual de excluyente que el “Aló, Ciudadano”- puedo afirmar que las hay por ejemplo en VTV. Tampoco es aceptable el mantra que repiten algunos diputados oficialistas cuando dicen que la SIP es “un club de propietarios de grandes medios” como si esto fuese un pecado.

Estas críticas son necesarias para abrir el debate sobre la libertad de expresión, al menos lo son si los venezolanos queremos superar el maniqueísmo que reina hoy día en los medios venezolanos, unos y otros, en general, ocupados por las huestes de los dos bandos socialistas y estatistas que se diputan el privilegio de ordeñar la vaca petrolera (email: doalra@yahoo.com).
















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