Domingo Alberto Rangel M.

A nombre de las Yuleyxis que muera el prurito pequeño burgues de Tibisay Lucena...














Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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Salvo que se introduzcan cambios profundos en el formato de las últimas discusiones, los venezolanos vamos a reformar la Constitución sin tener claros los verdaderos objetivos que busca el Presidente y las posibles alternativas.

 

Habrá quien diga que esta afirmación es falsa y que el país está lleno de debates y que todo está claro.

 

A mi modesto entender esta percepción es falsa, respecto a la reforma vivimos un sofisma de distracción que debe ser desmontado a la brevedad.

 

Y digo esto porque no concibo que se califique de “debate” unas reuniones en las que, unos y otros, se atrincheran en recintos controlados hasta con la fuerza pública para evitar que quien discrepe de la opinión del organizador pueda hacerlo a voluntad tratando de convencer a la audiencia como sucede en los debates.

 

Tal vez aquí esté la razón que explica el que a los llamados “debates” asista poca gente a pesar de que los colegios estén de vacaciones.

 

Tal vez ello explica que muchos de los “debates” se llenen con empleados de alcaldías y gobernaciones o beneficiarios de las misiones del gobierno.

 

¿Cómo podría llenarse una sala para escuchar a un funcionario –del gobierno o del partido que es lo mismo- recitar lo que ya el Presidente recitó, sin permitir que la gente discrepe ni siquiera en asuntos meramente formales?

 

¿Cómo puede llenarse una sala para escuchar gentes que aparte de declararse “opositores”, como si eso fuese una profesión u oficio, no proponen ninguna alternativa al socialismo y más bien reaccionan ante cualquier cosa que haga el Presidente diciendo que “se oponen” y punto.

 

Así como el gobierno lleva al manso pueblo a escuchar sin poder meter la cucharada, así mismo la oposición nostálgica del puntofijismo convoca a sus cada vez más escasas huestes para escuchar sandeces como que la reforma cambia el espíritu de La Bicha o que una reforma ideológica se puede discutir y votar por trozos como si se tratara de un salame italiano al que la sensatez y el precio aconsejan despachar poco a poco.

 

Evidentemente que es una reforma lo que el Presidente ha propuesto, eso está claro salvo para personajes de mal recuerdo como el ex constituyente que aparece ante cada evento electoral, hablando como si fuese seguidor de Bin Laden o de Tiro Fijo, en la comodidad de la sala de un hotel de cinco estrellas. Es una reforma pero también es un paso adelante hacia la conversión de Venezuela en una emirato petrolero, que solo produce crudo, donde el Emir se llama Hugo y la familia real son los militares.

 

Por cierto que hablando de ex constituyentes, el señor Escarrá es un extraño seguidor verbal de estos extremistas como Bin Laden y Tiro Fijo porque a diferencia del saudita y del colombiano, el abogado Herman Escarrá no pareciera estar dispuesto a pasar dificultades y sus opiniones las cobra de contado a los ricos tontos que aún financian a este tipo de gente.

 

La propuesta de Hugo es una reforma que no cambia tanto las cosas porque el mercantilismo y los abusos hace tiempo que funcionan en Venezuela. El gran cambio es que posibilita la entronización del actual mandamás por muchos años… hasta que el pueblo se canse o encuentren los votantes algo mejor.

 

La propuesta de Hugo es además de reforma, un paso adelante en lo que las últimas Constituciones venezolanas han ido cimentando en el país; valga decir el estatismo elevado a religión laica, que desde hace cuarenta años gobierna representado por el socialismo vernáculo.

 

Estatismo que explica el fracaso de Venezuela como gran receptor de una riqueza petrolera a la que no le hemos sabido sacar el mejor provecho porque las inversiones de los venezolanos están más en Miami que en Acarigua.

 

 Estatismo que explica que el PIB per capita de Chile hoy día nos duplique a pesar de que somos nosotros los venezolanos quienes alardeamos en el mundo de ser “ricos”.

 

Por otra parte para quienes sin razonar dicen que la reforma va a dar pie a que se comiencen a violar los derechos es preciso decir que eso es falso porque como digo los abusos llegaron al país a bordo de las caravelas de Colón.

 

Los que califican el momento de la reforma como “primer paso para que el Presidente haga lo que le da la gana” ignoran o callan, porque entre estos personajes abunda la bellaquería, que eso ya existe y existía, que la vieja Constitución de 1961 les permitió a los gobiernos puntofijistas manejar el país durante veintiocho (28) años sin derechos económicos y para ello no se necesitó reformar La Bicha.

 

Los que hablan tantas tonterías olvidan que con la actual Bicha se pueden violar muchos derechos porque en las Constituciones venezolanas faltan los contrapesos que garanticen derechos individuales ante los derechos colectivos, en algunos casos, y ante el Estado en otros.

 

Falta lo principal que no es la mera arrechera sino un movimiento organizado, disciplinado y con ideas distintas a las del socialismo. Faltamos los liberales y punto.

 

Por eso en el país se pueden violar los derechos individuales sin tanta reforma y sin ir tan lejos yo recordaría a los que no quieren pensar, que el proyecto de Ley de Registro Civil recientemente introducido a consideración de la Asamblea Nacional por el CNE hace lo propio sin tener que reformar La Bicha.

 

En ese mamotreto legal comentado, el Poder Electoral se reservaba, porque las encuestas recomiendan que la señora Lucena y su combo reculen del intento de intervenir los apelativos de los niños, como si se tratara de cosa propia, la facultad de validar en última instancia los nombres que van a llevar los muchachos.

 

Tibisay y el resto de los Rectores, incluyendo al "de oposición", actúan como los curas abusadores que no bautizaban Guaicaipuros.

 

Y lo hace sin tener que reformar la Constitución o como lo habría podido hacer cualquier poder del puntofijismo.

 

Que la señora Lucena sucumba al prurito pequeño burgués –muy de la clase media que se acostumbró a mirar al pueblo como si se tratara de bichos- y declare que hay nombres “ridículos, que exponen a los muchachos al escarnio público”, a mi no me extraña porque la Rectora es socialista y estatista y por ello cree que el Estado tiene más derechos que los padres de las Yaleyxis, si ese fuese el caso. Que la Rectora apoye sus sandeces en supuestos estudios de sicólogos y siquiátras tampoco me extraña porque eso ya sucedió en la Alemania Nazi, en la Italia de Mussolini y en la URSS de Stalín.

 

Que sean tan imprácticos estos burócratas del CNE tampoco me extraña por la naturaleza de este gobierno que no cae en cuenta que, número uno, a quienes les quiere quitar el derecho a llamar sus muchachos como bien les plazca es a los habitantes de los barrios que votan regularmente por Hugo; y número dos, que en caso de que un nombre estrambótico le cause problemas a los idiotas que contrata la señora Lucena para transcribir los datos del REP –que por cierto se equivocan hasta con los nombres más corrientes-... la solución no es vender el colchón o matar al extraño, como en el corrido de “Cuco Peña” escrito por la gran Thalía, sino facilitar que el interesado se cambie de nombre una vez cumplida la mayoría de edad sin tener que violarle el derecho a nadie.

 

Que ante este abuso calle el escualidaje tampoco me extraña ya los escuálidos piensan igualito a los que ahora gobiernan por más gorgoritos y manoteos que hagan cuando proclaman lo contrario.

 

No les molesta a los escuálidos el mercantilismo de estado... lo que les molesta es haber perdido el poder.

 

Así las cosas.
















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