Domingo Alberto Rangel M.

El maletín de la hipocresía...














Domingo Alberto Rangel M.





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El Maletinazo Argentino viene a ser otro episodio más en la ya larga saga que narra la corrupción pública en Venezuela.

 

Ni siquiera es pionero el señor Antonioni en lo que hizo porque hace décadas que fue pescado en los Estados Unidos un ex ministro de Obras Públicas del gobierno de Luís Herrera Campins tratando de ingresar a ese país con una maleta llena de dólares no declarados.

 

Hay sin embargo en este episodio nauseabundo del maletín de Antonioni, ciertos tufillos y humores que revelan más que el hilo dental que usan las jóvenes agraciadas en las playas más cotizadas.

 

Una de estas revelaciones es que ni el gobierno ni la oposición tienen nada que decir en materia de corrupción porque en efecto sus voceros, salvo acusarse mutuamente, no proponen nada para solucionar la enojosa situación.

 

También revela esta mediócre discusión que hay mucha hipocresía en lo que se declara ante los medios.

 

El oficialismo le niega importancia a las andanzas de Antonioni y sus amigos con lo cual al encubrir a sus corruptos postergan la solución para el siglo XXII; mientras que los voceros del escualidismo hacen creer que se trata de un asunto nunca visto en Venezuela y que además fue originado en el alto gobierno.

 

Vamos por partes porque me parece que es una gran hipocresía que en un país en el que desde hace años circulan testimonios que cuentan como personajes salidos de la nada adquieren empresas, casas y apartamentos de lujo, pagando con billetes que cargan en maletas y maletines, sin que nadie denuncie la irregularidad porque aparentemente todos son copartícipes de la piñata... ahora gobierno y oposición, operadores que ciertamente saben mucho de corrupción, se hagan los locos como si no pasara nada o como si esto nunca hubiese sucedido.

 

Dicho esto y para que no crean que uno es más estúpido de lo normal o a riesgo de que digan que uno anda encubriendo chavistas, aclaro que el maletinazo es un acto de corrupción pero que según parece ser el gobierno como tal no tiene que estar involucrado en la movida toda vez que para enviar a Buenos Aires una buena cantidad de dólares estadounidenses sin levantar las sospechas de nadie no se necesitan las malas artes de Antonioni y sus compinches.

 

¡Si un gobierno pillete como el nuestro quiere pasar divisas a otro país basta con la partida secreta y una valija diplomática¡

 

Bien, pero puestas así las cosas también es justo aclarar que el señor Antonioni, como digo, es un pájaro malandrín de una especie que pulula alrededor de los gobiernos estatistas y que prospera al calor de las empresas estatales como PDVSA lo que explica la buena vida que se da a pesar de haber comenzado modestamente su carrera de empresario mediocre cuandoe quebró una pequeña casa de repuestos en La Victoria antes de pegar en el mundo petrolero estatizado del chavismo y en el control de cambios de Teodoro Petkoff porque allí hechó las muelas este malandro.

 

Una postura seria ante el país y frente al escándalo pasa por exigir no solo que se investiguen los hechos “hasta las últimas consecuencias” como piden algunos corruptos del pasado; sino que también que eliminen el control de cambios, una vez superadas las condiciones que lo hicieron nacer.

 

Seriedad que también obliga a recordar que para minimizar las tentaciones que suelen ocurrir cuando se trabaja con los dineros de otros, y par optimizar los resultados de una petrolera como PDVSA, solo queda una receta por considerar: !Pasar al pueblo la propiedad de las acciones, una verdadera privatización popular del petróleo venezolano para que sean los venezolanos y las venezolanas quienes administren los suyo y para que no se pierda parte del porducto en maletas y maletines¡
















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