Domingo Alberto Rangel M.

A deslindar tocan: Con el escualidismo ni a Misa














Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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Hay ocasiones en las que encuentro gente que no entiende cómo es posible que el liberalismo venezolano, que es opositor por naturaleza, evite al escualidismo como el jabón a la mugre. Nos reclaman nuestra postura política.

 

Estas personas de buena voluntad merecen una respuesta y no se trata de un asunto de mera cortesía.

 

Quienes no entienden nuestra posición son gentes que por lo general desean un cambio en la conducción del país pero que por estar confundidas con el lavado cerebral del unitarismo opositor, no entienden que ese cambio no lo puede dar cualquiera y quieren que nos unamos al primer embaucador que levante la mano.

 

Pero hacer algo así sería como pedirle al olmo las peras que según Manuel Rosales no se le podían pedir “al horno”.

 

Con ánimo de aclarar a estos amigos digo que si bien el liberalismo coincide con los escuálidos y con el gobierno nacional en el diagnóstico de muchos problemas, no siempre lo hacemos en la identificación de las causas, y casi nunca en el caso de los remedios más apropiados para resolver esos problemas.

 

El neoliberalismo, que en Venezuela está representado por el pensamiento escuálido, fracasó en América Latina y por esa causa hoy gobiernan en la región partidos y caudillos izquierdistas. Chávez tiene razón cuando afirma fracasó que ese menjurje intelectual de los años noventa.

 

RADIO Y TV:

 

Pero hablando de coincidencias en los diagnósticos creo que se debe aclarar que en materia de radio y televisión los liberales, y yo por supuesto, estamos de acuerdo en que hoy día se trasmite mucha basura y odio por esos medios.

 

Pero, la solución racional no consiste en copar las ondas con más populismo estatista disfrazado de cooperativismo, que es otra cosa más seria, sino la plena libertad, en régimen de competencia abierta, sin requisitos del estado, para instalar y operar plantas y estaciones en cualquier frecuencia que no haya sido ocupada previamente por otra empresa o cooperativa. Y que si alguien viola la ley o incita a la violencia para organizar un golpe de estado… entonces que sea el Poder Judicial quien lo juzgue, lo condene y lo meta en chirona por más oligarca que sea el violador.

 

Por eso a los liberales no nos verán en esas “kermesses” donde en vez de proponer soluciones alternativas a las que presentan los socialistas, se reúnen los cada vez más escasos militantes de la oposición escuálida a vitorear a este periodista o aquella locutora como si fuesen estrellas del rock.

 

De esta manera que proponemos como método para operar medios radioeléctricos, en Venezuela las emisoras se multiplicarían y bajo la puja del mercado subirá la calidad en radios y televisoras.

 

También coincidimos con el análisis de la izquierda,  en sus versiones escuálida y revolucionaria, en que la corrupción y la burocracia son dos feas manchas de que arrastran los gobiernos venezolanos.

 

La diferencia estriba en que los liberales no nos vamos a enfrascar en el debate sobre ¿Cuál gobierno es o fue más corrupto, el actual,  el de Carlos Andrés Pérez, el de Luís Herrera o el de Lusinchi o el del chiripero de Caldera II?

 

Ese no es un tema que le interese a los venezolanos y a los liberales tampoco. Para el liberalismo capitalista, de mercado y popular, así como el centralismo es inherente al estatismo –fenómeno que se reproduce a menor escala en las alcaldías  escuálidas-, así también la burocracia y la corrupción, la carestía y la escasez, son hechos inherentes a la destrucción del tejido social espontáneo que conforman las interacciones de libre mercado que nunca han existido en Venezuela porque lo que acabó Hugo Chávez fue un sistema basado en el mercantilismo de una “élites” políticas, económicas y sociales que se habían repartido los proventos petroleros durante décadas, sin importarles el país para nada.

 

“Elites” podridas que exportaron capitales hacia los Estados Unidos y Europa por centenares de miles de millones de dólares y no le dejaron al país muchas  industrias capaces de competir en el mercado mundial. Después chillan.

 

Este escaso tejido social que a duras penas había florecido durante el puntofijismo, ahora se pretende reemplazar por criaturas estatales o dependientes del Estado venezolano.

 

Por esta causa hoy día hay burocratismo, corrupción, carestía y escasez, pñero, ante este panorama un eventual gobierno neoliberal de los escuálidos, negado por la realidad y porque Dios existe, empeoraría las cosas más allá de lo que hoy lo están.

 

Por eso los liberales no estamos con el gobierno pero no iremos acompañados por la directiva escuálida ni a recoger oro.

 

Lo nuestro es otra cosa distinta al neoliberalismo y al estatismo. Lo del liberalismo popular son cuatro políticas: Poner al Estado venezolano en su lugar para que pueda ser eficaz y para que pueda garantizar orden en las calles.

 

Privatizar popularmente los activos estatales para traspasar gratis propiedades del Estado a todos los venezolanos, comenzando por PDVSA pero sin excluir escuelas y hospitales, para darle piso a un capitalismo popular que nunca ha existido en Venezuela –en un gobierno liberal jamás se habría privatizado al estilo oligárquico de la Cuarta y el señor Gustavo Roosen jamás habría sido Presidente de la CANTV, salvo que ganara una puja y comprara las acciones con su dinero y no con apoyos políticos-.

 

Desregular para que la gente trabaje sin trabas; y, atender el problema heredado de la pobreza mediante cupones que se entregarán directamente a los necesitados para que escojan libremente los sitios donde van a  educar a sus hijos, a curarse en caso de enfermedad y la casa donde van a vivir.

 

Eso sería atacar el problema de la pobreza de un país pobre.

 

Eso es muy distinto a las reacciones cotidianas ante lo último que haga o diga Hugo Chávez, y el entreguismo de los escuálidos, que a veces parecen más gringos que el señor Brownfield.

 

Algo distinto y más práctico que dedicarse a criticar como gallinas y gallos embolatados a la corrupción de ayer y de hoy.

 

A ISMAÉL GARCÍA, SIN RENCOR

 

Hay socialistas que podrían pasar toda una vida predicando las virtudes revolucionarias a condición que no le toquen sus privilegios.

 

Uno de ellos es el diputado Ismáel García quien comenzó su carrera ascendente en la Cuarta República monopolizando las compañías que recogen la basura en el estado Aragua, merced, es redundante decirlo, las conexiones de su partido –el MAS- que le llevó a ser alcalde varias veces y diputado también. Suerte que no le abandona en la Quinta porque fue previsor cuando decidió dejarle el pelero a Puchi y Mujica en el 2000.

 

Por lo visto al honorable Ismáel García le sucede lo mismo que a ciertos curas jesuitas, que después de predicar la ideoilogía socialista toda una vida le han cogido miedo al socialismo cuando comienzan a ver de cerca la cara del monstruo.

 

Según este diputado que saltó a la primera plana de los medios cuando se negó a fundir el partido que dirige –PODEMOS- con el “único” que quiere el Presidente, hay dos clases de socialismos:

 

Uno el de los que se van a meter en el PSUV y otro, el de quienes como el y sus seguidores, se proclaman “democráticos”.

 

El único punto en discusión para el diputado García es la reelección indefinida que tanto le gusta a Hugo Chávez y que les da piquiña a los militantes de PODEMOS quienes sueñan conque dentro de seis años sea a uno de ellos a quien le toque conducir el país por el derrotero del socialismo.

 

Siempre he postulado que todo ser humano tiene derecho a hacer de su camisa un sayo y en esto no pienso hacer excepción con el diputado Ismáel García: Si se quiere ir del gobierno o seguir chupando a mí me importa un pepino.

 

Si, pero lo que estoy obligado a advertir, al menos a los pocos venezolanos que creemos en el capitalismo liberal, de mercados libres y popular, como única alternativa para un país pobre frente al socialismo empobrecedor... es que con gente como el diputado Ismáel García y sus seguidores ni a buscar oro... porque o nos timan o entre ellos y nosotros terminamos timando a los ciudadanos.

 

Sé que me dirán intransigente, me recordarán que el ex diputado Gerardo Blyde anda de mano cogida con el diputado García, que PODEMOS controla dos gobernaciones y que tienen plata como arroz.

 

Pueden decir lo que les venga en gana.

 

Pero, apartando que Luís Miquilena fue una carga para la fórmula opositora que se enfrentó a Hugo Chávez en el revocatorio, y que más pesa el fardo de Ismáel García y el muy corrupto gobernador de Sucre; es que solo quien no quiera ver la realidad jamás entenderá que ante el socialismo del gobierno solo sirve de alternativa el capitalismo liberal de la gente decente y trabajadora. El de los que viven del sudor de su frente y no de conexiones con los gobiernos.

 

El diputado García y sus conmilitones son peores que el peor de los adecos y miren donde está hoy el viejo partido del pueblo.

 

No es nada personal, pero, la discusión venezolana pasa por rechazar al socialismo en aras de la alternativa capitalista, liberal y popular que se está construyendo; no por repetir los mezclotes tipo Coordinadora que ni serán eficaces frente a Hugo Chávez –PODEMOS perderá las gobernaciones-, ni, en el supuesto negado que llegaran a ganar, podrán enderezar las cargas y el pueblo terminará pidiendo el retorno de Hugo Chávez al poder.

 

A los liberales poco nos importa si el socialismo venezolano será obra de Hugo o de Hugo más Ismáel, o de Hugo más Ismáel y más Pablo Medina  y una línea de sumandos que incluye a cualquiera de los múltiples aspirantes a Presidente que saltaron la talanquera y se fueron del chavismo.

 

Dicho “sin rencor”.

 

SANTA EMBAJADA:

 

Un grupo de babalaos exige les permitan abrir una embajada en Caracas. Aducen tener el mismo derecho que el Vaticano y que los Ortodoxos rusos que tienen una embajada en La Habana.

 
















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