Domingo Alberto Rangel M.

Colombia y Venezuela: Dos caras de la misma moneda...














Domingo Alberto Rangel M.





3erPolo
















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De tanto ir el cántaro al pozo algún día se rompe y los viejos vínculos del presidente Alvaro Uribe con los Paramilitares comienzan a aflorar.

 

Como es sabido la Corte Suprema de Colombia recién ordenó la detención del senador Alvaro Araújo Castro, hermano de María Consuelo Araújo, Ministra de Exteriores.

 

El parlamentario detenido está acusado de conspirar violentando las leyes con los Paramilitares que operan en la costa atlántica para apropiarse y mantener el poder político en el Departamento del Cesar.

 

La Fiscalía colombiana por su parte también ordenó la búsqueda y detención de un hermano de la ministra que también es senador, del padre de la ministra, el senador y ex gobernador del Cesar, alvaro Araújo Noguera, de otro pariente de María Consuelo, el actual gobernador del Cesar,Hernando Arújo Molina, mientras que en los Estados Unidos la justicia investiga los nexos con el narcotráfico de otro hermano de la Canciller colombiana con lo que se puede decir que el clan de los Araújos es una familia muy singular.

 

Como era de esperar porque la moral del poder no es la misma que rige al resto de los humanos, María Consuelo Araújo, apoyada por el presidente Uribe rechaza de plano las peticiones de renuncia que surgieron una vez  conocidos los hechos.

 

El caso de esta sagrada familia ahora investigada por la justicia a pesar del poder que detentan, es emblemático de lo equivocados que están algunos gobiernos y de cómo por distintos caminos se llega al mismo llegadero.

 

El gobierno colombiano, a diferencia del nuestro que mira hacia La Habana, se caracteriza por ser obsecuente con la política de la administración de los Bush y por cumplir ese papel viene olvidando las funciones propias de todo gobierno.

 

Dejar de hacer lo que se debe por hacer el trabajo de otros es el camino del fracaso aún cuando el Presidente colombiano goza por los momentos de más del sesenta por ciento de aceptación. Por eso los liberales decimos que los gobiernos tienen "fines propios".

 

Alvaro Uribe Vélez gobierna un país en el que la economía milagrosamente se ha mantenido en ascenso durante décadas, merced de la laboriosidad de trabajadores y empresarios colombianos que invirtieron en empresas productivas los dólares del narcotráfico, y también a que el peso del Estado no es tan grande allí como para ahogar las iniciativas de los privados que es el caso nuestro.

 

Es así como Colombia, en medio de guerrillas, paramilitares, rancias oligarquías, drogas y otro tipo de bandoleros, ha podido prosperar hasta equiparar y superar nuestra economía sin tener tanto petróleo como Venezuela y sin pertenecer a la OPEP.

 

Sin embargo el gobierno de Uribe Vélez una vez en el poder intensificó el giro que otros antecesores le trasmitieron anteriormente a la política exterior colombiana. De hecho se puede decir sin caer en calumnia que hoy día la política de los Estados Unidos para Sudamérica la pauta el Departamento de Estado a través de la Cancillería colombiana.

 

Esta decisión tiene consecuencias.

 

Una es el Plan Colombia que le ha permitido al Ejército colombiano armarse sin tener que gastar recursos propios como nosotros los venezolanos por poner un ejemplo.

 

Otro, que la política en algunos Departamentos colombianos pasa de girar alrededor de las relaciones de los candidatos con la guerrilla o el narcotráfico, como fue hasta el pasado reciente, a dar vueltas sobre el centro que definan los Paramilitares que fueron escogidos por el Departamento de Defensa Estadounidense como eje de lucha contra las guerrillas izquierdistas. Ese es el caso del Departamento del Cesar.

 

Pero este efecto secundario, que creció en Colombia merced de la alianza de Uribe Vélez y el Departamento de Estado, a la larga termina causando problemas al gobierno nacional como en efecto lo hacen los Paramilitares y algo tenía que hacer el Presidente. Así se molesten los Araújos.

 

 

Cuando el Presidente colombiano decide ser parte del ajedrez mundial y jugar en el tablero decisiones que se toman en Washington, se la juega en cuanto a que por estar enfocado en atender los reclamos e intereses de otro país… desatiende los asuntos propios y termina siendo un celestino de los Paramilitares en vez de exterminador de bandoleros. Algo similar a lo que nos está pasando por centrar la acción del estado venezolano en la lucha mundial contra el imperialismo de los estadounidenses.

 

Algunos recordarán a este punto del relato que Alvaro Uribe Vélez también tiene nexos con el Paramilitarismo.

 

Es posible, pero también puede ser que Uribe Vélez hubiera decidido poner fin a los acuerdos surgidos con el paramilitarismo al calor de la muerte del padre a manos de los guerrilleros, y comenzar a gobernar buscando mejorar las metas locales dejando para un segundo plano la efímera y dudosa gloria en el tablero internacional.

 

Por lo pronto un Presidente recién reelecto, sin problemas militares a la vista y con una economía sana, está en aprietos por abarcar más allá de la cobija, apostando en el tablero internacional más de lo recomendable, y olvidando que usar bandoleros para cumplir compromisos con otro país no es un fin propio de su gobierno.

 

Lo mismo que sucede aquí en Venezuela con la violencia y los malos resultados en materia económica que sufre la población a pesar del booom petrolero, que son consecuencia de las prioridades internacionales del presidente Hugo Chávez Frías.

 

La única diferencia es que las fichas de Alvaro Uribe Vélez las mueven desde Washington; mientras que las nuestras se movilizan desde La Habana.

 

En ambos casos se trata de gobiernos dedicando recursos a fines que no le son propios. Dos caras de la misma moneda y lo único a remarcar es que probablemente la Corte Suprema colombiana actuó con independencia en el caso de esta peculiar familia de los Araújos del Cesar, probablemente, ojo que con estos cambiantes políticos uno nunca sabe (email: doalra@yahoo.com).
















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